Una telaraña se ciñe sobre el cielo del Centro.
Como en la Vida.
No nos sentimos amenazados porque ya estamos acostumbrados a ella, pero esto no quita que se vea horrible y lo peor es que a veces es inútil.
El tejido atraviesa de vereda a vereda, de edificio a edificio en una compleja trama que no recuerdo haber visto cuándo y cómo se urdía. Aunque trate.
Quizás fué de a poco. O quizás en breve tiempo y no presté la debida atención.
El mapeo de esta red debe ser imposible y dudo que ahora todos estos cables estén transportando alguna señal.
De hecho hay uno que cuelga frente a mi ventana evidenciando la inutilidad de sí mismo. Inerme se bambolea con el viento formando parte del paisaje aéreo, como una hilacha andrajosa.
En la terraza de nuestro Edificio manojos en hatos de cables pasan adheridos a las paredes. Unos suben, otros bajan.
Unos llegan del más allá y estos pasan para ese lado, el de enfrente.
Como en la Vida.
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