El nombre del Barrio viene del de la Parroquia. Construída en 1750 en los arrabales de la Segunda Fundación de 1580. Para 1769 era una de las cinco Parroquias en que se constituía la Ciudad. Puesta bajo la advocación de esa Virgen por un catalán, su condición morena la hizo favorita de los esclavos africanos atrayendo a esta Parroquia desfiles de Hermandades, Naciones o Cofradías, por la calle de Santo Domingo (hoy Av. Belgrano) batiendo tambores. Arrancados de su tierra debían enfrentar una realidad hostil y ajena, se desquitarían en el quilombo. DIAFAR (http://www.diafar.org/) se ocupa de hacer visible esa negritud que Buenos Aires olvidó haber cobijado.
Desde chico escuchaba a "los grandes" decir: -"Montserrat. Barrio de tambores."-
Hoy entré a la Iglesia. Las puertas estaban abiertas, de par en par. Subía los escalones cuando salió un señor, que por su aspecto me pareció el cura. Comenzó a cerrar la puerta y me quedé parado en el atrio. Educadamente le pregunté si estaba cerrando y si podía pasar. Me dijo que no cerraba y que adelante. Le pregunté si había una virgen morena (para no decir negra) y me dijo que sí, que a la izquierda. Entré y creí que estaba solo. Miré a la izquierda cegado por mi búsqueda y encontré la imagen de la virgen morena con el niño moreno también.
No sabía porqué era morena (negra) y se me representó una idea de marketing católico para "vender humo" a los esclavos. En eso entra una mujer al templo y la música del crujido de los goznes me hizo dar vuelta despacio, como un murmullo. La mujer se dirigió directo hacia el altar, pero detrás de ella ví a alguien que siempre estuvo allí. Una mujer sentada con su abrigo gris y el pelo plata. Rodeada de decenas de pilas de papeles repartidas entre dos mesas y un banco de la Iglesia. Todas ordenadas en conjuntos iguales contenían información variada de vaya a saber qué cosas. A mi solamente me interesaba saber lo del color de la piel. La mujer siempre me estuvo viendo, la tuve a mis espaldas pero no me enteré hasta ese momento; como si fuera una aparición. Me turbó un instante, una zozobra que tuve que superar y luego me acerqué a ella. Me miraba inmutable. La saludé con falsa amabilidad y le pregunté de inmediato el por qué de ese color, si era por los esclavos. Ella levantó su mano ajada y se tapó la boca ocultando la risa que le provocaba mi ignorancia. Cuando me explicó el motivo me dí cuenta de que le faltaban varios dientes, pero no simpatía ni palabras para hacerme conocer la respuesta. Muy feliz me contó una historia de milagros, de catalanes y de moros; y del Montserrat como protagonista. La Virgen entró blanca (clara) y se volvió morena (negra), oculta en una cueva en un proceso milagroso o químico. Lo más milagroso fué que no podían moverla del Montserrat y le hicieron una Iglesia allá también, la original. Suena parecido a lo de Luján. Queda en Av Belgrano y Lima.
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