El Domingo es el día de Feria en la Plaza Dorrego y algo así como un rastro o feria "cambalachesca" se extiende a lo largo diez cuadras, todo al aire libre. Es "el" punto de interés para los que vienen por uno o dos días a esta zona de la Capital, y se abarrota. Como ahora llueve se ve muy poca gente desde la ventana, pero además estoy lejos... vivo en Montserrat (como lo aclaré).
A mi gusto lo mejor del Barrio se aprecia el Domingo, porque está casi vacío. Quedan mudas las calles y los ascensores quietos. Los que mañana se atollarán para llegar y prestarle su vida a un trabajo de oficina; hoy están en otros barrios viviéndola en modo de descanso, de placer, pidiendo contenidos prestados para darle sentido o perdiendo el tiempo hasta mañana. Hablo en general, claro. Gente atenta hay siempre, en todos lados.
Seguro hay variopintos personajes caminando por Defensa, en ambos sentidos, uniendo la Plaza de Mayo con la Plaza Dorrego. Es la misma calle por donde llegaran las mercaderías que desmbarcaban en La Boca del Riachuelo, previo trasbordo desde los grandes carretones que se hacía en los Altos de San Pedro (Plaza Dorrego), por transporte pedestre o de carro para llegar a las estanterías de los comercios del Centro. Hoy, domingo, muestra su parte babélica. Turistas europeos de buen nivel económico caminan por el Casco Histórico hablando sus lenguas sajonas o germanas extrovertidamente, también hay mezclados muchos mochileros de ese origen. Acentos latinoamericanos se mezclan frente a los diferentes puestos que ofrecen casi de todo, chucherías y tesoros. Fonemas orientales, ininteligibles para mi, cruzan de veredas. Todo irrumpe al tiempo de las "selfies". Celulares y cámaras guardando archivos, con y sin sonido, que serán vistos por alguien afín a sus dueños y quizás guardados de nuevo en un disco rígido; para ser vistos alguna otra vez.
Si pasan cerca de (y tienen ganas de pastas caseras) la Casa Natale, que queda en México y Bolívar, vean que allí se fabrican los mejores ravioles de la ciudad, con la masa más delgada que puedan imaginar, un velo. También, los domingos solamente, hacen unos ñoquis de colores que tientan a los gastronomolúdicos visuales.
Este el secreto del Barrio revelado hoy.
A mi gusto lo mejor del Barrio se aprecia el Domingo, porque está casi vacío. Quedan mudas las calles y los ascensores quietos. Los que mañana se atollarán para llegar y prestarle su vida a un trabajo de oficina; hoy están en otros barrios viviéndola en modo de descanso, de placer, pidiendo contenidos prestados para darle sentido o perdiendo el tiempo hasta mañana. Hablo en general, claro. Gente atenta hay siempre, en todos lados.
Seguro hay variopintos personajes caminando por Defensa, en ambos sentidos, uniendo la Plaza de Mayo con la Plaza Dorrego. Es la misma calle por donde llegaran las mercaderías que desmbarcaban en La Boca del Riachuelo, previo trasbordo desde los grandes carretones que se hacía en los Altos de San Pedro (Plaza Dorrego), por transporte pedestre o de carro para llegar a las estanterías de los comercios del Centro. Hoy, domingo, muestra su parte babélica. Turistas europeos de buen nivel económico caminan por el Casco Histórico hablando sus lenguas sajonas o germanas extrovertidamente, también hay mezclados muchos mochileros de ese origen. Acentos latinoamericanos se mezclan frente a los diferentes puestos que ofrecen casi de todo, chucherías y tesoros. Fonemas orientales, ininteligibles para mi, cruzan de veredas. Todo irrumpe al tiempo de las "selfies". Celulares y cámaras guardando archivos, con y sin sonido, que serán vistos por alguien afín a sus dueños y quizás guardados de nuevo en un disco rígido; para ser vistos alguna otra vez.
Si pasan cerca de (y tienen ganas de pastas caseras) la Casa Natale, que queda en México y Bolívar, vean que allí se fabrican los mejores ravioles de la ciudad, con la masa más delgada que puedan imaginar, un velo. También, los domingos solamente, hacen unos ñoquis de colores que tientan a los gastronomolúdicos visuales.
Este el secreto del Barrio revelado hoy.