lunes, 30 de mayo de 2016

UNA FÁBRICA DE PASTAS EN MONTSERRAT

El Domingo es el día de Feria en la Plaza Dorrego y algo así como un rastro o feria "cambalachesca" se extiende a lo largo diez cuadras, todo al aire libre. Es "el" punto de interés para los que vienen por uno o dos días a esta zona de la Capital, y se abarrota. Como ahora llueve se ve muy poca gente desde la ventana, pero además estoy lejos... vivo en Montserrat (como lo aclaré).
A mi gusto lo mejor del Barrio se aprecia el Domingo, porque está casi vacío. Quedan mudas las calles y los ascensores quietos. Los que mañana se atollarán para llegar y prestarle su vida a un trabajo de oficina; hoy están en otros barrios viviéndola en modo de descanso, de placer, pidiendo contenidos prestados para darle sentido o perdiendo el tiempo hasta mañana. Hablo en general, claro. Gente atenta hay siempre, en todos lados.
Seguro hay variopintos personajes caminando por Defensa, en ambos sentidos, uniendo la Plaza de Mayo con la Plaza Dorrego. Es la misma calle por donde llegaran las mercaderías que desmbarcaban en La Boca del Riachuelo, previo trasbordo desde los grandes carretones que se hacía en los Altos de San Pedro (Plaza Dorrego), por transporte pedestre o de carro para llegar a las estanterías de los comercios del Centro. Hoy, domingo, muestra su parte babélica. Turistas europeos de buen nivel económico caminan por el Casco Histórico hablando sus lenguas sajonas o germanas extrovertidamente, también hay mezclados muchos mochileros de ese origen. Acentos latinoamericanos se mezclan frente a los diferentes puestos que ofrecen casi de todo, chucherías y tesoros. Fonemas orientales, ininteligibles para mi, cruzan de veredas. Todo irrumpe al tiempo de las "selfies". Celulares y cámaras guardando archivos, con y sin sonido, que serán vistos por alguien afín a sus dueños y quizás guardados de nuevo en un disco rígido; para ser vistos alguna otra vez.
Si pasan cerca de (y tienen ganas de pastas caseras) la Casa Natale, que queda en México y Bolívar, vean que allí se fabrican los mejores ravioles de la ciudad, con la masa más delgada que puedan imaginar, un velo. También, los domingos solamente, hacen unos ñoquis de colores que tientan a los gastronomolúdicos visuales.

Este el secreto del Barrio revelado hoy.

VENTANA AL CIELO (desde la calle)



Me paré en la calzada a contemplar el cielo a través de esa ventana, otra vez.
Es San Telmo, mi barrio vecino. Tuve que salir a buscar algo por allá y así fué que hoy la ví de nuevo. Me dije que había que mostrarla antes de que desaparezca esta visión.
La noche del viernes salimos a cenar afuera en taxi (pronto habrá espacio para mis restaurantes favoritos de estos lares) y cuando volvíamos caminando de regreso a casa, mi esposa se detuvo por enésima vez frente a ella. La conocemos de antes.
El cielo estaba naranja, porque así se lo ve en el Centro cuando está encapotado, sumando el dominante naranja de la lámpara del alumbrado público hacían que se vea de una forma especial, no como en la foto que ilustra. Imaginenló. Llovizna pertinaz (es una frase que me gusta usar ahora) bailaba alrededor  del farol aéreo y era vestida por el haz de luz para desnudarse, en milisegundos, en las sombras. Mi mujer disfrutó esta imagen  y me dijo avisando: "Mirá. Las gotitas." Nos decimos mirá muchas veces. En realidad más yo que ella, mirá eso, mirá aquello!  "Se ve el cielo", termina. Y si, es hermoso ver las cosas de esta manera aunque ya las conozcamos de antes. No puedo revelar el nombre de la calle. Preguntenlé a los dos chicos que van con la pelota. San Telmo no es grande y todo se puede encontrar caminando. Nosotros esa noche seguimos, con risas cómplices.

jueves, 26 de mayo de 2016

PRIMERA ENTRADA

El barrio de San Telmo es famoso. No tanto como otros lugares del mundo, pero su fama tiene.
Nació con el asentamiento de los conquistadores españoles, cuando fundaron Buenos Aires en un punto alto de la inmensa llanura a las orillas del Mar Dulce.
Al Norte y vecino lindero, que casi nadie sabe cuando cruza los límites, se encuentra Montserrat. Dónde el conquistador ubicó el Fuerte y el Cabildo generando una Plaza Mayor alrededor de la que girará gran parte de la Historia Argentina.
Mis ancestros europeos se afincaron en estos dos barrios, a su bajada de los barcos. Y nuncá me mudé. Llegaron en 1875 a Reconquista 101 los paternos y en 1910 los maternos a B de Irigoyen 1114. Mi padre, Capitán de Ultramar, consideró conveniente vivir cerca del Puerto y vivimos en Tacuarí 1018. Aquí estoy ahora en Belgrano y Perú después de haber pasado por Defensa 966 y México 426. Una vida en el Centro.
Una cierta melancolía, propia del que acopia sentimientos y cosas viejas, me dirige a escribir un poco acerca de lo que por aquí pasa. Algunos datos anárquicos de ambos barrios que guardan, a veces en secreto, voces del pasado porteño y piden el recuerdo de los que caminamos por sus calles.